Hoy mi despertar ha sido un poco raro luego de un sobresalto
producto de esos sueños que no hacen a nadie feliz.
El 2018 casi nos ha dejado y entre lo bueno y lo malo ha sido un ir, para después venir .
Siempre he sido una chica de clichés. Amo ver en cualquier
tipo de arte cuando las chicas dejan de ser un patito feo y descubren lo grandiosas
y fabulosas que son, o las típicas historias de amor entre el jugador de básquet,
futbol o simplemente el jugador en cuestiones de amor cae por su polo opuesto y todo eso. Dicho
esto, es lógico que espere el fin de año y que me encuentre tan sentimental por
ello no es para menos.
Este no creo haya sido mi año.
Ha sido en realidad un poco de lo mismo, siendo yo una
especie de estación. He visto a personas llegar bajo la etiqueta de “permanente”
y marcharse luego sin siquiera decir “ya no volveré mas” y ha sido duro, en realidad.
En este año he perdido algo grande, he perdido a ese que me hacía querer ser un
mejor ente, el que me hacía sentir como una feliz demente. Lo peor de ello es que ha sido mi error. Intenté
enmendarlo, pero no pude evitarlo, él ya se había marchado y lo hizo con ella a
su lado.
Siendo sincera, siento que en su nombre aun sigo sangrando. Sin
embargo, se que es mejor porque al final del día soy radiactiva y por alguna razón
me cuesta ser afectiva y esto ultimo es mucho de lo que él necesita.
Este año se ha llevado también a varia gente que llamaba amigos y ahora descansamos mutuamente en las fauces del olvido. Confié y expuse
mi alma a personas que más tarde se irían y les abrí una ventana a mis miedos a
seres que según me cuidarían y solo me han dejado mal herida.
Gran parte del año me la pasé luchando, nadando contra
aquello que me ahogaba, yendo siempre en dirección contraria, resultando
totalmente agotada.
Si, me siento cansada pero muy dentro de mi comienza a
tintinear pequeñita la esperanza que creía era perdida.
Porque este año no fue malo, si encontré mejor que nunca apoyo
en mi familia. Este año no fue malo porque los tengo a todos a mi lado. No fue
un año malo porque acepte el deshielo de mis sentimientos y lo fue aun menos
porque en él he encontrado el impulso para volver al ruedo, las nuevas ganas de
atrapar con mis dedos el cielo.
Porque el 2019 será mío, para equivocarme y para
redibujarme. Para vencer el miedo y arriesgarme un poco al menos. Porque quiero
descubrir cada pequeño rincón de mi ciudad y quiero plasmar en ellos una
historia, un momento. Quiero enamorarme de cientos de fotografías, quiero
encontrarme en muchos poemas, quiero escribirle cartas a cada uno de mis
días. Ver muchas películas y aprenderme mil
nuevas canciones, quiero aprender a escuchar mis sueños y hacerme una mejor yo
repleta de emociones.
Quiero fortalecer lo que hay fuera, pero muy
prioritariamente lo que hay dentro. Quiero sonreír cada vez que me vea en un
espejo y aceptarme cada fisura, cada arista de mi estructura. Porque quiero
amarme, como nadie ha sabido hacerlo, como nunca yo misma lo he hecho. Quiero escucharme
y sobre todo quiero cuidarme. Quiero encontrar mi propio valor que entre el mundo
y yo se desvaneció.
Quiero apreciar las pequeñas cosas de la vida y aguantar sus
sabores, aunque a veces sean amargos, aunque no me gusten demasiado.
Si, estoy muy inmersa en el cliché de año nuevo y eso no es
algo que me quite el sueño, pues algo me dice que vendrá algo muy bueno. Es por
ello, que quiero vivir sintiéndolo todo mientras espero. Siento que he estado
dormida pero ya quiero despertar. Quiero empezar a forjar mis alas, quiero realmente
empezar a trazar un mapa.
Quiero al fin conocer esa paz de la que mucha gente ha
hablado, quiero caminar con mi fe muy puesta en alto. Quiero andar con nadie
más que conmigo a mi lado, quiero empezar a tomar pequeños trozos de mi felicidad
y ya por ultimo quiero tomar todo esto y hacerlo realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario